¿El líder nace o se hace?
El liderazgo, es uno de los problemas más frecuentes de la economía española que afectan a su competitividad. Nuestros empresarios destacan en iniciativa, orientación a resultados y conocimiento técnico, aunque son muy débiles en motivación, trabajo en equipo y comunicación, es decir, en liderazgo efectivo. Entonces ¿El líder nace o se hace?
Haces dos semanas, dando clase precisamente en liderazgo a los directivos de una gran empresa valenciana líder en su sector , su responsable de RRHH, me hizo la pregunta del millón: ¿el líder nace o se hace?
No contenta con las distintas respuesta que en ese momento aporté, busco otras que hoy comparto contigo; con la mosca detrás de la oreja, lo confieso, pues me me ronda la frase de Warren Benis… “cuanto más se escribe acerca del liderazgo, menos parece que se sabe sobre él”.
Efectivamente hay mucha literatura sobre el tema en general y también un libro en particular que me interesa por su análisis empírico: “El líder extraordinario: Transformando buenos directivos en líderes” de Jack Zenger y Joseph H. Folkman.
¿El líder nace o se hace?
Zenger y Folkman evaluaron el perfil competencial de más de 25.000 directivos de 1.350 empresas a través de evaluaciones 360º realizadas por más de 200.000 trabajadores de dichas compañías. Comprobaron, por primera vez en un estudio sobre liderazgo, la existencia de correlaciones entre los niveles de liderazgo de los directivos evaluados y los rendimientos empresariales de sus organizaciones. Demostrando que diferentes niveles de liderazgo obtienen valores distintos en rendimiento, beneficios, rotación de personal, compromiso de los empleados, satisfacción de los clientes y crecimiento de sus cifras de ventas.
Según Zenger, cualquier gran profesional, directivo o líder, vive a lo largo de su carrera algún momento extraordinario, se encuentra especialmente motivado, obtiene un rendimiento superior y en consecuencia contribuye de manera sobresaliente con su empresa.
El reto de las organizaciones y de los profesionales es convertir esas circunstancias extraordinarias en habituales a través de comportamientos duraderos que generen un clima laboral excelente y un máximo compromiso.
Los éxitos puntuales dejan huella pero sino son sostenibles en el tiempo se diluyen hasta convertirse en meras anécdotas. El verdadero aprendizaje se demuestra con un nuevo comportamiento.
Volviendo al libro de Zenger y Folkman, uno de los hallazgos de su investigación fue identificar 16 competencias esenciales que el líder debe poseer, agrupadas en 5 categorías diferenciadoras que han de procurar desarrollarse. El eje central alrededor del cual pivotan las demás competencias es el carácter. Si el carácter es el la base del liderazgo, podríamos revertir la cuestión: ¿el carácter nace o se hace?
El 40% de los parámetros que definen a un líder vienen de serie, es decir, se nace con ellos, y no lo digo yo sino un experto en el tema, ponente habitual y profesor del prestigioso máster executive de ICADE. Y es que elementos como la voz, la empatía, la personalidad y especialmente la actitud son díficiles de cambiar.
Si volvemos la vista atrás, no hace mucho que los responsables de RRHH seleccionaban en base a la proporción de Pareto 80-20, en 80% conocimientos y 20% actitud. Hoy seguimos con la misma proporción pero al revés! Es decir 80% actitud y 20% conocimientos. Los conocimientos técnicos se aprenden pero los valores, la capacidad de comunicación, la relación con los demás, la confianza, el compromiso, la integridad y honestidad, vienen de serie. De hecho las habilidades interpersonales son una de las 5 fortalezas que Zenger y Folkman consideran clave en un líder.
Entonces… ¿qué hacemos con el 60% restante?
El hacer es una cuestión más pragmática y peregrina, afirmaba Aristóteles que somos lo que hacemos día a día, de modo que la excelencia no es un acto, sino un hábito. Nuestro carácter, además de nuestro sello genético, se puede modular y modelar a través de nuestra educación y entrenamiento. Nuestro carácter está compuesto por nuestros hábitos, ya lo dice el proverbio: “siembra un pensamiento, cosecha una acción; siembra una acción, cosecha un hábito. Siembra un hábito, cosecha un carácter; siembra un carácter, cosecha un destino”.
Te propongo algunas sencillas que no fáciles acciones para convertirte en un líder extraordinario en tu organización:
- CONÓCETE
- TEN UNA VISIÓN CLARA DE TUS OBJETIVOS Y METAS
- COMUNÍCALA CORRECTAMENTE
- GENERA CONFIANZA ENTRE LOS TRABAJADORES.
- TOMA DECISIONES EFECTIVAS.
Asi que respecto a tu pregunta si ?el líder nace o se hace? te respondo que poco o nada podemos hacer con las cartas que nos tocaron al nacer, lo importante es jugar una buena partida con ellas.
¿Qué estás haciendo? ¿Qué haces? ¿Qué harás para convertirte en líder extraordinario?
Yo me aplico el cuento y la próxima semana me voy a afilar mi hacha a la Sierra de Guadarrama, en una formación y retiro de Liderazgo con otros coaches y maestros.
A la vuelta seguro que habré aprendido algo más sobre el tema y me encantará compartirlo contigo. El viernes 2 de octubre, te lo cuento en otro post.
¡Que tengas un día extraordinario!
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2 Comments
Mariano José López Pérez says:
15 septiembre, 2017 at 8:28 pm
Creo que ambas cosas, el líder al igual que un músico o pintor, de alguna manera hay que nacer, como se dice coloquialmente hay tener gracia, pero evidentemente también se necesita una evolución y un desarrollo
admin says:
18 septiembre, 2017 at 8:22 am
Muchas gracias por tu comentario Mariano!